Los gloriosos años ochenta del heavy metal han culminado, y a finales de este período, los metaleros de corazón nos veíamos en una especia de crisis de identidad inminente, especialmente cuando veíamos que nuestro amado género musical se veía profanado por diversas transformaciones, combinaciones y tendencias que fue tomando desde finales del año 88, además de la aparición de ese recordado Glam metal y su himno “Final Contdown” de la banda Europe. A principio de los noventa, vimos la luz gracias a los maestros británicos de Judas Priest, al lanzar al mercado uno de sus mejores discos de los cuales me ha tocado hablar; hablamos de perfecta pieza de heavy metal llamada Painkiller, que nos permitió creer en alguna reaparición gloriosa de nuestro género. Nos esperanzó y nos dio la satisfacción de creer en que nuestro amado género perduraría por la historia. Hacia finales del año 99 observábamos la decadencia en la que había caído la sociedad chilena que era víctima de los constantes atropellos acústicos que nos proporcionaban el “sound” y el famoso “techno”. MTV ya no era esa rockera cadena televisiva, Iron Maiden ya no era la misma bestia que nos deleitaba en los ochenta y eso se reflejaba en los pésimos álbumes que publicarían, X Factor y el Virtual XI que aparecieron los años 96 y 98 respectivamente, discos que cualquiera de nosotros querría olvidar. Este hecho, que no solo era local si no que mundial, preocupó a un grupo de suecos dispuestos a recuperar la fuerza y el coraje con la cual combatía el verdadero heavy metal de antaño. Es así como este grupo jóvenes suecos crean la gloriosa banda Hammerfall. Sus frutos fueron inmediatos. A principios de 2000 lanzaban su álbum debut que sería recordado en las páginas doradas del glorioso heavy metal. “Renegade” era sin duda una apuesta única y nueva, que rompía con los antiguos paradigmas musicales, pero a su vez conservaba íntegramente la grandeza del metal de antaño. Definitivamente es un disco que recomiendo completamente para aquellos que aun no han tenido la suerte de encontrarse con el en sus yunques y sus martillos respectivos.
Esta oda a los grandes antiguos parte con Templars of Steel, canción al más puro estilo de los alemanes Accept que nos brindaban el denominado “punch” que te entregan melodías como esta. Si bien no posee solos de guitarra fulminantes, es una grandiosa presentación casi épica de lo que luego vendría. Es así como llegamos a Keep the Flame Burning, corte con influencias claras “Helloweenianas” por la rapidez de sus tambores y timbales. Grandiosa es la sorpresa que me lleve al llegar al siguiente tema al igual que el disco, “Renegade”, canción que transportaría al viejo continente a cualquier fanático que rememora la fuerza de los británicos de Manowar, especialmente por la introducción que posee en donde se escucha el rugir del motor de una motocicleta. La siguiente melodía posee guitarras fuertes y alucinantes, especialmente desde el comienzo con el riff con el cual parte, riff que es entonado en un reconocible Mi bemol y que se titula Living in Victory. Luego de las tres últimas potentes canciones se encuentra la inconfundible balada Always Will Be, tema característico de este álbum, al igual que en cualquier compilación del legado de los veteranos de Saxon que nos deleitaron por muchos años con sus baladas rockeras de los años setenta. Al finalizar esta exquisita balada las revoluciones aumentan al escuchar los primeros espectaculares tappings del tema titulado The Way of the Warrior que, al igual que el primer tema, apela a la fuerza característica de las bandas alemanas, legado que retomarían posteriormente bandas germanas como Blind Guardian. Al finalizar este corte, nos encontramos con otro cambio abrupto. Se trata de el inconfundible sonido de un órgano eclesiástico que, como buen instrumento de suspenso, dejaba entrever lo que nos esperaría a continuación. Se trata de otra pieza “helloweeniana” similar al corte de los teutones en el grandioso álbum “Keeper of the Seven Keys”, pieza que sería fundamental en los posteriores años del desarrollo de bandas emergentes contemporáneas. Es así como se escribe Destined for Glory que con sus potentes melodías dejaban apreciar la fuerte influencia que tuvo en la composición con el álbum anteriormente señalado. El dueño de las seis cuerdas, Stefan Elmgren, nos deleitaría posteriormente con un potente riff que abriría la pieza denominada The Champion, una melodía con letras épicas sobre las sangrientas cruzadas recordando a esos valientes guerreros que sacrificaban sus vidas por lo que creían era justo: La recuperación de su amada tierra santa. Por si fuera poca la compilación de deleites que se llevarán con lo que ya hemos hablado, se aproxima en el track número 9 una pieza instrumental de exquisito gusto, con guitarras a segundas y terceras voces, entonando al son del doble tambor compases al más puro estilo de Iron Maiden en su disco más criticado; nos referimos a aquella composición del guitarrista de los británicos Adrian Smith titulada Somewhere in Time, lo que no significa que el tema sea despreciado por los críticos. Y para el broche de oro, y rememorando aquella injusta ley norteamericana que obligaba a Pantera tener una canción para “bajar tensiones” al final de sus compilaciones, nos encontramos con la última balada que cierra este disco. A Legend Reborn correspondería a un cierre perfecto para un disco perfecto, que seguramente se seguirá escuchando por décadas y décadas.
Gracias a esta composición de origen Nórdico, es que podemos contar con innumerables nuevas bandas influenciadas por este “renegado” que, a la postre definiría caminos para excelentes bandas como Sonata Arctica, Blind Guardian y muchas otras agrupaciones finlandesas, noruegas, danesas o germanas que nos siguen deleitando nuestro refinados pero potentes oídos.
Por: +++HellRaider Zurita+++
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